martes, 3 de noviembre de 2009

Pero… ¿hubo alguna vez doce mil quinientos ochenta y siete votantes del PAL?

En El Ejido todos tenemos muy claro lo que es y lo que no es, porque lo que es, es. Los otros verbos copulativos, como parecer o estar, sólo se aplican en presunción: “pues parecía un muchacho tan apañao” o “estaba con otra, me parece que me dijeron”. Y desde luego, los ejidenses sabemos lo que no somos: no somos tontos. A nosotros no nos las van a dar con queso poniendo unas líneas de autobús que funcionen de forma regular y satisfagan las necesidades de los ciudadanos; ni nos van a colar que haya farmacias o centros de salud bien distribuidos en todas las nuevas zonas que se urbanicen, ya ni hablamos de escuelas o bibliotecas. En El Ejido todo el mundo sabe que no hay que dejarse engatusar por quienes quieren mantener los parajes naturales en su estado, to lleno de mosquitos. Chss… y cuidaíto con arreglar las calles y asfaltarlas mientras no miramos. ¿O qué se cree la gente? ¿Qué somos gilipollas?

Pues no, en El Ejido no somos gilipollas. Somos gente honrada, trabajadora y con una cultura de justicia: la justa, vaya. Pero muy honrada y muy trabajadora. A nosotros nadie nos ha regalado nada y de hecho somos nosotros quienes hemos ido tan sobrados que no nos ha faltado para invertir nuestros capitales, como si fuésemos la Agencia Española de Cooperación Internacional, en el norte de África o en México, donde compramos fincas e invernamos porque nos sale más barato (los ejidenses que podemos, claro); a Europa del Este, que padecen los pobres todas las penurias repercutidas del comunismo, les ofrecemos nuestra mayor dotación: el dinero, a espuertas, derivado por unas simpáticas intermediarias que no sólo ayudan a sus familias: también a las de los empresarios de la zona en el sector de la hostelería más hospitalaria y en el sector, no menos importante, del neón. El Ejido, un pueblo generoso, ha ayudado también a devolver a Alemania su estatus de potencia económica tras la reunificación: que hagan la media de exportaciones de BMW y Mercedes sin nosotros. A Suiza, como si fuera un Nobel de la Paz que los ejidenses otorgamos, les hemos premiado su neutralidad y discreción con algún dinerillo también. Y qué decir de Latinoamérica, concretamente a lugares como Colombia: ¡con la de café que se toma en El Ejido!

A lo mejor es por eso que los ejidenses somos gente tan despierta. Siempre alerta y cuidándonos de que no nos toquen lo nuestro, porque lo nuestro es nuestro y el resto, como se ha expuesto, ya lo hemos dado. Y para cuidar de lo nuestro, ¿quién mejor que uno de los nuestros? No íbamos a poner a la cabeza de nuestra municipalidad a cualquiera. Hay gente por ahí que se cree que por tener estudios, ideales o principios ya está capacitado para mandar. Los ejidenses hemos demostrado que lo que hace falta para moverse en esta vida lo tenemos de serie, no va a venir nadie a enseñarnos nada o a imponernos leyes. Si queremos leyes ya nos ponemos nosotros, Ayuntamiento mediante, los impuestos municipales que nos de la gana pagar. Y hablando del Ayuntamiento, ya que estamos os puedo explicar lo del alcalde.

El alcalde, Juan Enciso, está en prisión. Mientras Juan Enciso llora en su celda como alguien que sabe lo que es justo y lo que no, El Ejido no necesita otro Gobierno. Los ejidenses sabemos lo que tenemos que hacer, que es ir a lo nuestro, y que falte una pieza en la cadena recaudatoria municipal, aunque sea la saca del final, no nos va a detener. El Ayuntamiento nos da tanto igual que nadie ha votado en las elecciones municipales. Según los últimos sondeos, al PAL, que obtuvo quince concejales en las últimas elecciones con doce mil quinientos ochenta y siete votos, no le ha votado nadie. Tú le preguntas a tu vecina: ella no votó al PAL. Si le preguntas al médico: él no votó al PAL. Los periodistas locales: no votaron al PAL, ellos son imparciales. Camareros, agricultores, pescadores o joyeros: nadie, nadie. Nadie votó al PAL. Afinemos:¿votó usted al PSOE entonces? ¿votó usted al PP? ¿IU? ¿PSE? ¿GIAL? ¿FET y de las JONS? ¡Nadie votó en las municipales de El Ejido! Porque la gente que vota luego tiene que encontrar un argumento racionalizador que justifique su voto. Y ya de los que votan bien, que tienen que habérselo pensado de antes, ¿qué me cuentan? Un engorro. En El Ejido, desde 1991, nadie ha votado. El milagro ejidense hace que nuestro Alcalde y nuestros concejales hayan sido designados por el amor. No se confundan, ni siquiera ha sido un amor sobrenatural como el de la Divina Infantita, o el de San Isidro, que busca lo mejor para los agricultores.

El Amor hecho verbo (transitivo: ser) configuró la Corporación Municipal. Por orden directamente proporcional al amor que profesan a su pueblo, los concejales son los que son, los grupos son los que son. Y por lo que quiere a su pueblo, el Alcalde es el que es.

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