jueves, 5 de noviembre de 2009

Goebbels en el Poniente

Es ampliamente reconocida entre cualquiera que haya visto un par de telediarios la labor de Joseph Goebbels como impresionante propagandista al servicio de la causa nazi. Lo que la gente no suele conocer es qué hacía exactamente Goebbels para haber acabado siendo tan famoso. La explicación es fácil: no nos lo suelen contar no vaya a ser que nos demos cuenta de que los propagandistas de causas inmorales siguen trabajando exactamente igual.

El gran éxito de Goebbels fue encontrar la fórmula para anular los escrúpulos morales de la opinión pública. Aunque se sepa que una masa de individuos siempre va a ceder su raciocinio y se va a dejar arrastrar por la masa pasional, lo cierto es que esos individuos tienen un código muy marcado en su personalidad que en teoría no es tan fácil de aparcar.

El Ministro de Propaganda nazi consiguió que la gente se identificase con su partido utilizando símbolos muy pasionales: el patriotismo, la unicidad, la pertenencia. Y esto lo consiguió apenas cinco décadas después de que Alemania fuese una sola nación. La famosa fe de los conversos: los alemanes todos tenían que demostrar que eran más alemanes que nadie. Luego fue fácil introducir en sus morales, de raíz cristiana: católica o protestante, la unicidad frente al “enemigo”, al “extranjero”, al “distinto”. Una vez la gente se había hecho una con el Partido Nacional Socialista de Alemania, la gente no podía ver una decisión del Partido como una decisión ajena a las suyas. Y si el Partido lo había decidido así, es que sería correcto en todo plano: no se planteaban las implicaciones éticas.

Las enseñanzas de Goebbels se han seguido utilizando en el mundo del marketing y del marketing político. En Occidente no para intentar exterminar a una raza, pero sí para justificar determinadas guerras políticas. Y sin llegar tan lejos, no para matar, pero sí para alejar a las ideologías más racionales, más constructivas y de mayor calado intelectual por medio de la fuerza del número: cuanto más fácil es una consigna más gente la adoptará como propia porque le costará menos trabajo aplicarla e identificarse con los demás. Ni siquiera tendrá que reflexionar sobre su postura o sobre su ética.

Esto tiene mucho que ver con lo que estamos viendo en El Ejido a raíz de la detención de Juan Enciso como imputado por varios delitos como cohecho, blanqueo de capitales, malversación de fondos públicos, entre otros. La gente de El Ejido se había llegado a sentir tan identificada con él porque le asumían como uno de los suyos. El agricultor que tiene mucho dinero no se ha parado a pensar que ese dinero lo ha ganado dejándose la espalda en el invernadero, la suya y la de sus hijos. Es perfectamente consciente de ello, pero al identificarse con los cabecillas de la trama en tantas cosas, porque los medios locales, pagados por el Ayuntamiento se han encargado de subrayarlas, no es consciente de las diferencias. Las diferencias son, básicamente, que ellos no han hecho “mucho dinero”, como el agricultor trabajador, es que han hecho muchísimo más dinero del que ningún trabajo honrado puede sostener. Y eso sin trabajar. Una pequeña empresa o ni siquiera el sueldo de un alcalde da para tantos lujos, pero la gente no es consciente de hasta que punto existe esa diferencia, porque tampoco nadie la ha señalado nunca.

La política comunicativa del Ayuntamiento de El Ejido, primero como PP y más tarde como PAL ha seguido esas pautas de ensalzamiento de la persona del líder y de reforzamiento de las supuestas virtudes del Partido de Gobierno. Virtudes no como buenos gestores, sino como gente “patriota”, como gente “con valores” y como gente “honrada”, igual que los demás ejidenses. Pero eso eran tan sólo adjetivos, sin demostrarlos en ningún momento y, desde luego, sin lugar a la crítica razonable, que en España no existe. Una crítica es muy buena, sobre todo para el criticado. Cuando alguien hace algo mal, si se lo dicen y lo puede corregir, quedará como un gran político. Cuando se lo toma como un ataque personal y no lo corrige, solo gana reafirmar como válida una mala acción gracias a su camarilla de palmeros. Así no se gobierna bien, señores.

¿Quiénes son los encargados de haber construido esta ficción? Sobre todo los responsables de comunicación del ayuntamiento o los medios municipales. El jefe de comunicación del Ayuntamiento, Miguel Clement; el director de Radio Ejido, Francisco Tejada; el director de Ejido TV, Pepe Pérez y el director de La Voz de El Ejido, Basilio Veiga. Estos cuatro hombres son personas que reciben dinero público por dirigir la comunicación en El Ejido. No distingo a quien debe encargarse de la información del Ayuntamiento de los medios externos por la sencilla razón de que el “pecado” de todos ellos ha sido el mismo: no han ejercido el periodismo, han ejercido la propaganda de Enciso (primero con el PP y luego con el PAL). Han dado a los seguidores de los medios las consignas necesarias para identificarse con su líder, para despreciar a los críticos, para que no se asomasen por sí mismos a la realidad.

Aún hoy, dos semanas después de la detención de Enciso y el resto de la trama, los medios pagados con el dinero de todos los ejidenses se están dedicando a defender a quien presuntamente ha robado el dinero de todos los ejidenses. Ni siquiera lo harán por dinero, sus sueldos no son gran cosa, ninguno llega ni de lejos a los 60.000 euros brutos al año que cobra un director bueno en un medio de comunicación de verdad. Lo que si es cierto es que lo que cobren lo cobran por decisión del Alcalde, ya que sus puestos han sido otorgados por decreto, como personal de confianza, no son, aunque gestionen medios públicos, funcionarios siquiera. Así que su natural instinto de supervivencia sigue empujándoles a alentar a los ciudadanos a asumir que es normal que Enciso no dimita, que es normal que no se disuelva el Ayuntamiento, que es normal que la Corporación Municipal no haya comenzado ya una auditoría de las cuentas: que es normal lo que no es normal.

Así, los ejidenses que se despisten, acabarán pensando que existe un complot de Garzón contra Enciso (probablemente ni sabrá quién es), o que meten a Enciso en la cárcel por lo que hizo o dijo en el 2.000. Goebbels también convenció a la gente de que su líder encarcelado era una víctima. Les convenció de que la justicia estaba por debajo de sus sentimientos. Les convenció para seguirle ciegamente cuando salió de la cárcel. Aprovechamos para hacer un paréntesis: sabiendo de primera mano lo que pasó, no a través de los medios o de los periodistas, el trabajo de Enciso fue impecable en aquella ocasión, lo que fue vergonzosísimo fue lo que hicimos los ejidenses. Del 2.000 solo nos acordamos los ejidenses. Habiendo podido serlo, no somos referencia en nada, hemos seguido las políticas de Enciso y sus responsables de comunicación y en lugar de haber construido de verdad una imagen del El Ejido que es, hemos pagado para que se construya una imagen del El Ejido de Enciso. Nuestro desarrollo se ha estancado por su mala cabeza, los tiros se han tirado hacia donde no correspondían, a un turismo ínfimo y a un ladrillo visto. Pero a ellos les valía porque daba a los ejidenses el pan para ayer, y el hambre que tenemos hoy no les importaba en absoluto.

Ni siquiera se trata de eso. Un mal gobernante no se va a la cárcel, acaba cayendo por su propio peso. Mientan lo que mientan quienes dependen de la posición de Enciso para mantener la suya propia: cuando alguien va a la cárcel es porque la Justicia considera que ha cometido delitos, y eso se aplica también a la gente que queda en libertad bajo fianza o sin ella, pero con cargos. Cuando un detenido no tiene nada de nada de nada se queda en libertad sin cargos.

A la mujer del César no le vale con parecer buena, también tiene que serlo.

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