lunes, 9 de noviembre de 2009

Juan Enciso no es libre porque no quiere

Hemos visto en estos días cómo ya han aparecido las esperadas listas para recoger firmas entre los ejidenses (obviaremos comentar el estrato sociocultural o el rango de edad al que se han dirigido) solicitando la excarcelación de Juan Enciso. Lamentamos profundamente que unos desalmados jueguen con los sentimientos de nuestros mayores. No es ya que a ellos les hayan robado tanto como a los que más o, en términos relativos, dado que hablamos de pensionistas, les hayan robado más. No es ya ocultarles quienes son los responsables de que se hayan esquilmado sus recursos. Es el darles la falsa esperanza de que alguien a quien ellos adoran puede salir de la cárcel por sus firmas. Solo unos auténticos hijos de puta podrían querer partirle el corazón a los abuelos de El Ejido.

Si Juan Enciso es inocente será excarcelado por la Justicia, no necesita la firma de nadie más que de la jueza. Quienes recogen esas firmas deben tener muy poca confianza en lo que haya podido hacer el alcalde de El Ejido. Y lo que haya hecho o no será lo que en definitiva marque su puesta en libertad. Como decía Montesquieu, la libertad es el derecho a hacer lo que las leyes nos permiten. Aplicándonos esta máxima nunca nos veremos privados de ella. No creemos que lo que ha llevado a Juan Enciso a la cárcel sea precisamente su desconocimiento de la obra de Montesquieu, a quien probablemente haya leído con avidez en las noches de invierno en que la nieve le dejase prisionero en su cortijo en Laroles. Sospechamos que el problema ha sido haberse visto libre de la nieve.

Pero no es la estancia de Juan Enciso per se lo único que pone en peligro la estabilidad del Gobierno ejidense. Recordemos que dentro de un centro penitenciario, por mucha fuerza de voluntad que le ponga, lo que no tiene es fuerza física. Y en el entorno carcelario impera la ley del más fuerte. Tenemos entonces dirigiendo los asuntos ejidenses a un sexagenario cuya integridad física está a merced de cualquier mafioso de medio pelo o de cualquier matón patibulario. ¿Cómo podemos saber que las instrucciones que envía a su equipo de Gobierno son decisiones de un hombre libre? ¿Cómo podemos saber que no está siendo coaccionado por ningún delincuente? ¿Y qué pasa si antepone su reputado e inmenso amor por los ejidenses a la voluntad de quien le amenace? ¿Vamos a permitir que siga sin dimitir arriesgando su propia vida por nuestro egoísmo? Y si no la arriesga, algo muy legítimo, los que estaremos siendo víctimas de la extorsión seremos todos los ejidenses.

Así pues, para ser un hombre libre de nuevo no tiene más que dimitir. Será un hombre libre de las cargas de los cargos públicos. Será un hombre libre de los chantajes a los que puedan someterle. Será un hombre que dispondrá de todo su tiempo libre para destinarlo a defender su causa ante la Justicia. La Justicia valorará sobre el resto, ya que es su misión aproximarse a la verdad. Y la verdad, dijo San Juan, os hará libres. De las firmas no dijo nada.

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