viernes, 24 de septiembre de 2010

Descomposición intestina

Algo huele a podrido en un partido de Almería. Quizá nuestras pituitarias han tardado en confirmarlo por aquello de llevar mes y pico intoxicados por el humo de la planta de reciclaje, pero como ya nos olíamos desde hace meses, la corrupción del cadáver político que es dicha organización está llevando ya a su descomposición. En estos meses se ha ido viendo como algunos de los pocos elementos nutrientes que poseía ya han vuelto a pertenecer a su tierra, para intentar enriquecerla de verdad. Pero toda la escoria restante, lo que no valdrá ni para estiercol, precisamente porque quema la tierra, está siendo expelida en forma gaseosa por la puerta de atrás, con gran estruendo incluso.

Sin embargo, como todos sabemos, son peores los que no resuenan. Los que se escurren lúbricamente entre cachetes son los que peor huelen. Es por ese veneno que viene de los pantanos, el metano, ya sabéis. Para ser molécula, resulta un elemento bastante peligroso, así que es de lo más apropiado hacer analogías con él. Que ahora tenga más presencia en el ambiente no es extraño; él siempre se rodea de muerte e intenta alcanzar con sus tentáculos cualquier rama verde que pueda parasitar. Como tantos parásitos, no duda en disfrazarse de lo que sea, incluso de doncella en apuros, para conseguir que cualquiera pene dándole su apoyadura. Su peste se contagia a quien se preste al tocamiento, así que por suerte para todos resulta fácil identificarlo y que un viento de cambio lo quite de enmedio y nos libre de su nefanda influencia.

Y es importante, porque en esa nefanda sociedad pecaminosa original está la causa de la causa de toda esta putrefacción. Hasta la tripa, un día rea, del socio cadáver ambulante se rebela contra tanta ignominia digerida e intenta reventar desde dentro lo que ya está caduco por fuera. Cualquier cirujano cuerdo, ante tales síntomas, recomendaría intentar salvar la salud, que es lo primero. Es normal que cuando uno se centra en tan graves dolencias internas abandone el maquillaje con el que conserva un trabajo que, desde luego no está capacitado para desempeñar, y siempre será mejor no dar los últimos estertores de agonía atrapado por la enfermedad, ya que lo que será inevitable será hacerlo preso.

Pero está claro que lo que les importa a esos entes víricos que empujan con su palito al muerto viviente de dicha organización no les importa que se pueda sostener y alcanzar el futuro. Lo que quieren es aprovecharse de todo el partido posible que puedan sacar, para seguir extendiendo la enfermedad mientras puedan, buscando una epidemia que nos deje sin recursos a todos y que, si nos mata, mejor.

Por suerte estamos en el siglo XXI y nuestras defensas no solo pueden acabar con ellos, sino con cualquier nueva cepa. El cuerpo social está poniéndose en forma y cada día más sano, por lo que con un moderado tratamiento de justicia, la enfermedad ya puede darse por vencida y, muy pronto, desterrada para siempre de nuestras vidas.






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